sábado, 23 de octubre de 2010

La vuelta del Martín Fierro, Canto XXIV

Me le escapé con trabajo

en diversas ocasiones;

era de los adulones,

me puso mal con el Juez;

hasta que, al fin, una vez

me agarró en las eleciones.

 

Ricuerdo que esa ocasión

andaban listas diversas;

las opiniones dispersas

no se podían arreglar:

decian que el Juez, por triunfar,

hacía cosas muy perversas.

 

Cuando se riunió la gente

vino a ploclamarla el ñato;

diciendo, con aparato,

"que todo andaría muy mal,

"si pretendía cada cual

"votar por un candilato".

 

Y quiso al punto quitarme

la lista que yo llevé;

mas yo se la mesquiné

y ya me gritó... "Anarquista,

"has de votar por la lista

"que ha mandao el Comiqué."

 

Me dio vergüenza de verme

tratado de esa manera;

y como si uno se altera

ya no es fácil de que ablande,

le dije "Mande el que mande

"yo he de votar por quien quiera".

 

"En las carpetas de juego

"y en la mesa eletoral

"a todo hombre soy igual;

"respeto al que me respeta

"pero el naipe y la boleta

"naides me lo ha de tocar."

 

Ahi no más ya me cayó

a sable la polecía;

aunque era una picardía

me decidí a soportar,

y no los quise peliar

por no perderme, ese día.

 

Atravesao me agarró

y se aprovechó aquel ñato,

dende que sufrí ese trato

no dentro donde no quepo:

fi a jinetiar en el cepo

por cuestión de candilatos.

 

Injusticia tan notoria

no la soporté de flojo;

una venda de mis ojos

 

vino el suceso a voltiar:

vi que teníamos que andar

como perro con tramojo.

 

Dende aquellas eleciones

se siguió el batiburrillo;

aquel se volvió un ovillo

del que no había ni noticia:

¡Es señora la justicia...

y anda en ancas del más pillo!

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