José María Hinojosa Cobacho nació en Jauja, pequeña aldea de la pedanía de Lucena (Córdoba), en junio del año 1805. Nació tal vez un día 21 o quizás un 24, pero lo seguro es que lo hizo rodeado por la hambruna de un país desolado por el analfabetismo y la pobreza. Sus padres, Juan y María, humildes y jornaleros, trabajaban de sol a sol en las tierras de un señorío cordobés. Por ello José María, desde muy pequeño, supo de la dureza del campo y los sinsabores de una vida llena de sudor, esfuerzo, dolor y escarnio.
Pero la vida del joven José María daría un repentino y brusco cambio el día 29 de septiembre de 1820 cuando se encontraba en plena romería de San Miguel, ante decenas de personas las navajas de dos hombres chocaron con estrépito junto a la hermita de los Montes. En pocos segundos, sobre un charco de sangre yacía el cadáver de un hombre asesinado.
Su joven verdugo, por cuyas manos resbalaba aún la sangre caliente de su víctima, subió a lomos de un caballo y salió al galope buscando refugio en los montes de Sierra Morena. La pena capital sería su castigo de resultar apresado.Sus ojos grises manaban furia y abrasador brillo y a pesar de contar con tan sólo 15 años de edad, José María Pelagio Hinojosa Cobacho, mientras cabalgaba enfurecido a lomos de su caballo, comenzó a escribir el primer capítulo de su corta e intensa vida como bandolero, y dictó con sangre el prólogo de sus hazañas y fechorías bajo el nombre del Tempranillo.
Del motivo por el cual José María asesinó aquel hombre poco o nada se sabe. Son tres las versiones que sus biógrafos contemplan como plausibles, pero las tres coinciden en que se batió en duelo para vengar una grave afrenta personal. Unos dicen que su madre fue ultrajada, otros, que vengó y mató al asesino de su padre. Pero la más popular, quizás por sus tintes románticos, cuenta que fue una joven muchacha a la que amaba la que sufrió escarnio y vergüenza por fuerza de aquel hombre y, para defender su honor, José María se enfrascó en la riña que terminó con la vida del desdichado. Con tan sólo 15 años de edad se adentró en los montes cordobeses para escapar de la justicia y así salvar su vida.
Con estos hechos delictivos nacía una de las grandes leyendas españolas del siglo XIX que terminaría evocando toda una época de hazañas románticas alrededor del bandolerismo asentado en las sierras españolas, y que tanto dieron que hablar en España y en toda Europa. Tirado en el monte pronto supo defenderse y sobrevivir, uniéndose enseguida a la banda de los siete niños de Écija ejerciendo el pillaje y el contrabando.
Su capacidad de liderazgo y su carácter sobrio y decidido en breve le sirvió para ganarse el respeto de los miembros de la banda que le pusieron por nombre el Tempranillo, supuestamente por la precocidad con la que comenzó a evadir la justicia y a delinquir.
En la banda de los siete niños de Écija se encontraban hombres capaces de cualquier cosa.Entre ellos estaba José Ulloa, más conocido como el Tragabuches, aficionado novillero que tras un percance con su caballo en el que resultó herido, volvió antes de lo previsto a su casa encontrándose a su mujer con su amante. Sin mediar palabra, y a pesar de tener inmovilizado un brazo, estranguló al hombre y degolló a su mujer en el acto, huyendo a continuación hacia la sierra para esconderse de la justicia..
Pasado un tiempo José María se dio cuenta de que no era hombre de aguantar órdenes de nadie, y con 18 años de edad, formó su propia banda de delincuentes, con la que se lanzó al delicado y nada fácil oficio de asaltar carruajes y diligencias por los desamparados y polvorientos caminos de las serranías andaluzas..
Su quehacer convicto pronto fue reconocido. Al ensañarse sobretodo con los carruajes de la hacienda del reino, la merma en las arcas del rey Fernado VII comenzó a ser tan sustanciosa que el monarca decidió poner cerco al cada vez más incómodo Tempranillo enviando tras las huellas del bandolero la élite de su soldadesca, los Migueletes..
Los asaltos a las diligencias eran previamente estudiados por José María quién, con tan sólo 20 años, ya contaba entre las filas de su banda con más de 20 hombres bien armados y que le obedecían incondicionalmente, todos ellos mayores que él. José María era un hombre de pequeña estatura pero de constitución robusta. De él se dice poseía una profunda y enigmática mirada que poseía el don de traspasar el alma de la gente.A parte de sus 50 hombres bien pertrechados y temibles, José María contaba con una excelente red de espionaje por toda Andalucía que le detallaba las rutas de los carruajes de la hacienda del reino..
Bajaba asiduamente a los pueblos para ayudar a los más necesitados y ofrecerse como guardián de su seguridad. La leyenda del Tempranillo recorrió los cuatro puntos cardinales de la península ibérica erigiéndose como defensor de las libertades del pueblo llano, lo que sirvió para que escritores y artistas de reconocido prestigio buscasen al héroe de Sierra Morena.
Prooper Mérimée haciéndose eco del sentir popular escribió la famosa frase:
En España manda el rey, pero en Sierra Morena manda el Tempranillo.También el escritor y arqueólogo Francés narró la picardía y buenas formas del Tempranillo en textos como este:
Ah, señora, una mano tan bella no necesita adornos. Y mientras desliza la sortija fuera del dedo, besa la mano de un modo capaz de hacer creer, según la expresión de una dama española, que el beso tenía más valor que la sortija.También escribieron sobre José María autores como Theophile Gautier, Astolphe Custine, y la viajera y escritora francesa Valérie Gasparin, quién recorrió España a mediados del XIX y escribió sobre las bondades del Tempranillo como demuestra esta frase:
Líbrese usted de creer que el capitán amansara tesoros. Lo que recibía o tomaba, sus manos lo distribuían inmediatamente..Del valor y la fortaleza del Tempranillo nos cuenta lo siguiente Richard Ford:
La mano izquierda la tenía destrozada por habérsele descargado una pistola accidentalmente y haber tenido que curarse a sí mismo durante veinticinco días, pasados siempre a caballo..El Tempranillo se casó con una bella gaditana de Torre Alháquime llamada María Gerónima Francés. Junto a ella viviría uno de los episodios más trágicos de su vida en un cortijo de Grazalema un 6 de enero de 1832.Su joven esposa estaba a punto de dar a luz.
Los Migueletes, que no perseveraban en abatir al bandolero, cercaron el cortijo poniendo en serios apuros a José María. Los hombres del rey no sabían si el bandolero estaba solo o junto a su banda, lo que les llevó a tener prudencia y esperar acontecimientos. En aquella terrible situación, acorraladoy sin salida, María Gerónima se puso de parto en el momento preciso en el que comenzó el intercambio de disparos. Durante un largo rato el fuego cruzado chasqueó los muros del cortijo, y entre disparo y disparo, el llanto de un niño quebró el aire y mojó la pólvora. María Gerónima había dado a luz un niño, pero perdió la vida tumbada bajo un tremendo charco de sangre.
Sumido en un trance de odio y desesperación José María cogió el cuerpo de su hijo y el de su mujer y montó su caballo, embistiendo al galope las filas de los Migueletes que, cogidos por sorpresa, vieron cómo el bandolero evadía el cerco sin ser abatido.
A la mañana siguiente el Tempranillo bajó al pueblo acompañado de los hombres de su partida. El pueblo de Grazalema se temió lo peor. Las fuerzas del orden se encontraban allí y todo indicaba que José María quisiera tomarse justa venganza. Pero nada de esto ocurrió. Entregó el cuerpo de su amada mujer a sus padres y se dirigió a la iglesia del pueblo dónde pidió para su hijo el bautizo.
El sentimiento profundo de dolor del Tempranillo fue respetado aquel día. Nadie osó intervenir para apresarle y, una vez fue oficiado el bautizo, regresó a los montes seguido de su banda en completo silencio.
En el año 1832 Fernando VII decretó un indulto en Estepa para aquellos bandoleros que quisieran reinsertarse a la sociedad y abandonar la sierra. Pactó con el Tempranillo, ofreciéndole liderar un grupo que trataría de acabar con el bandolerismo. Así, aquel que fue máximo exponente de los furtivos bandoleros en España, comenzó a perseguir aquellos hombres que no quisieron unirse a él escondiéndose en las montañas. Uno de ellos fue el veneno, que renegó de cumplir con el decreto y desafió al Tempranillo diciéndole que lo buscase en la sierra. Lo encontró en diciembre de 1832 y lo entregó a la justicia que lo llevó al cadalso poco después.
La leyenda del Tempranillo se truncó en las inmediaciones del cortijo de Buenavista en la Sierra de la Camorra junto a la localidad de Alameda en Málaga, el 22 de septiembre de 1833.Fruto de una emboscada, su grupo se vio sorprendido por un antiguo compañero de fechorías.El Barberillo, en un intercambio de fuego, acertó de lleno sobre el pecho de José María que cayó fulminado al instante.
Tenía 28 años, pero a pesar de su corta edad, su vida se apagó como si un siglo de vicisitudes pesaran sobre su alma.Su muerte no hizo más que avivar la leyenda del niño que se hizo hombre en Sierra Morena, y creció el mito de un joven de ojos grises que robaba a los ricos para dar de comer a los pobres,llamado José María Hinojosa Cobacho por todos conocido como el Tempranillo.
a estampa de José María a lomos de su caballo bayo blanco, con sus dos pistolas y su navaja sujetas a su faja, se convirtió en la estampa más temida y a la vez más admirada de toda Andalucía.
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