NOTAS AL PIE DE PÁGINA (FOOTNOTES):
[1] El _Facundo_ ha sido traducido total, o casi totalmente, al francés,
por M. A. Giroud, alférez de la Armada francesa; al alemán, por Juan
Eduardo Wapoeus, profesor de la Universidad de Gotinga; al inglés, por
la señora de Horacio Mann, y al italiano, por el señor Fontana de
Philipps. Cuando Sarmiento fué a París en 1847, llevó este libro como
carta de introducción, y M. de Mazade escribió sobre él una entusiasta
reseña en la _Revue des deux Mondes_. Sobre este episodio, Sarmiento ha
contado pormenores hilarantes en sus _Viajes_. En el tomo XLVI de las
_Obras Completas_ hay un artículo especialmente dedicado al _Facundo_
por su autor.
[2] _Obras Completas_; tomo XLVI, pág. 320.
[3] La primera edición del _Facundo_ se publicó en 1845 (Chile); la
segunda en 1851; la tercera en New York en 1868, corregidas las pruebas
por el «hablista» habanero Mantilla; la cuarta el año 1874, por
Hachette, en París--al ascender Sarmiento a la Presidencia de la
República--. Esta es una de las ediciones más cuidadosas, lo mismo que
la de 1886, publicada por Belín Sarmiento en el tomo VII de las _Obras
Completas_. Yo no he visto la de 1868, pero Belín Sarmiento asegura que
nada ha variado en ella el texto de la anterior, de suerte que las
correcciones del «hablista» Mantilla--de quien habló Sarmiento--, fueron
sólo correcciones de imprenta. La de 1851, lo mismo que la primera,
seguían la ortografía reformada que el autor preconizara en Chile por
entonces; pero como no persistió en ella al volver a su país, me ha
parecido que en este caso debía seguir el texto de las _Obras
Completas_, que es el de la edición príncipe, con la única variante de
la ortografía, que Sarmiento aceptó en vida; pues las primeras ediciones
siguieron la ortografía chilena de entonces, de a cual Sarmiento fué
promotor.
[4] _Páginas literarias._ (_Obras_; tomo XLVI, pág. 322.)
[5] Idem, íd., íd.
[6] Se refiere a la época de 1845, cuando Sarmiento y Vicente Fidel
López fraternizaban en Chile como proscriptos argentinos, dados ambos a
la Prensa y a la enseñanza.
[7] _Páginas literarias._ (_Obras_; tomo XLVI, pág. 322.)
[8] _Obras Completas_; tomo VII, pág. 6.
[9] Idem, íd., íd., pág. 16.
[10] Sarmiento escribe aún desde el destierro, en 1851, o sea poco antes
de Caseros.
[11] _Obras Completas_; tomo VII, pág. 16.
[12] No siendo ésta una edición crítica, tampoco me he considerado en el
deber de glosar su texto. Debo tan sólo recordar que el doctor David
Peña es autor de un novedoso libro sobre el general don _Juan Facundo
Quiroga_ (edición Coni, Buenos Aires, 1906), en el cual se nos presenta
un Quiroga caucásico y urbano. Quizá este general vestido de levita, que
frecuentaba con don Braulio Costa y el general Mansilla las tertulias
aristocráticas de Buenos Aires, difiera tanto del modelo real como el
Tigre de los Llanos, sediento de sangre, que Sarmiento nos ha pintado.
Dada la compleja psicología del hombre superior--aunque éste sea un
genio del mal--, es posible también que Facundo haya tenido la extraña
complejidad de ambos tipos. No olvidemos, además, que Quiroga pudo ser
un hombre amable o ingenuo en la intimidad, y transfigurarse en el
desierto y la guerra. Mis dos abuelas me han referido la tradición del
terror que las montoneras de Facundo dejaron en Santiago y en Tucumán;
pero se me ocurre que una leyenda igualmente siniestra habrá de unirse
en ciertas familias belgas al nombre del general von der Goltz, militar
diplomático a quien veían sonreír gentilmente nuestras damas del
Centenario... Las inexactitudes o exageraciones del _Facundo_ han sido
señaladas también por Guerra en su _Biografía de Sarmiento_, sobre todo
en el capítulo VI.
[13] _Obras Completas_; tomo XLVI, pág. 84. La tumba de Quiroga a que
este pasaje se refiere, es, en efecto, uno de los más conmovedores y
bellos monumentos de la Recoleta más notable hoy que el fúnebre solar ha
sido colmado de una sórdida marmolería, costosa y vulgar, como sus
glorias burguesas...
[14] _Obras Completas_; tomo XLVI, pág. 293. Ese artículo se publicó en
_El Nacional_ del 7 de noviembre de 1878.
[15] En la edición de 1874 (París, Hachete, cuarta edición castellana),
el libro comprendía ya las tres biografías o _vidas_ de Quiroga, Aldao y
el Chacho, como aparece en el volumen VII de las _Obras Completas_. La
agregación de la _Vida del Chacho_ obedece a los mismos propósitos que
las dos anteriores; pero en ese caso, ya la doctrina asume todo un
carácter de alegato en un caso que le era demasiado personal. Nosotros
no damos aquí sino la _Vida de Facundo_, pues forma parte del paisaje
descripto y de la doctrina esquematizada en esos términos: «Civilización
y barbarie».
[16] _Obras completas_; tomo XLVI, pág. 321.
[17] Life of Napoleon Buonaparte; tomo II, cap. I.
[18] El año 1826, durante una residencia de un año en la Sierra de San
Luis, enseñé a leer a seis jóvenes de familias pudientes, el menor de
los cuales tenía veintidós años.
[19] El general Mansilla decía en la Sala, durante el bloqueo francés:
«¿y qué nos han de hacer esos europeos que no saben galoparse una
noche?»; y la inmensa barra plebeya ahogó la voz del orador con el
estrépito de los aplausos.
[20] ECHEVERRÍA, _La Cautiva_.
[21] DOMÍNGUEZ.
[22] No es fuera de propósito recordar aquí las semejanzas notables que
representan los argentinos con los árabes. En Argel, en Orán, en Máscara
y en los aduares del desierto vi siempre a los árabes reunidos en cafés,
por estarles completamente prohibido el uso de los licores, apiñados en
derredor del cantor, generalmente dos, que se acompañan de la vihuela a
dúo, recitando canciones nacionales plañideras como nuestros tristes. La
rienda de los árabes es tejida de cuero y con azotera como las nuestras;
el freno de que usamos es el freno árabe, y muchas de nuestras
costumbres revelan el contacto de nuestros padres con los moros de la
Andalucía. De las fisonomías no se hable: algunos árabes he conocido que
jurara haberlos visto en mi país. (_Nota de la edición de 1850._)
[23] El doctor don Manuel Ignacio Castro Barros, canónigo de la catedral
de Córdoba.
[24] Detalles sobre el sistema y organización de este establecimiento de
educación pública, se encuentran en _Educación Popular_, trabajo
especial consagrado a la materia y fruto del viaje a Europa y Estados
Unidos hecho por encargo del Gobierno de Chile.--_El Autor._--(Véase
tomo XII de las _Obras de Sarmiento_.)
[25] Después de escrito lo que precede, he recibido de persona fidedigna
la aseveración de haber el mismo Quiroga contado en Tucumán, ante
señoras que viven aún, la historia del incendio de la casa. Toda duda
desaparece ante deposiciones de este género. Más tarde he obtenido la
narración circunstanciada de un testigo presencial y compañero de
infancia de Facundo Quiroga, que le vió a éste dar a su padre una
bofetada y huirse; pero estos detalles contristan sin aleccionar, y es
deber impuesto por el decoro apartarlos de la vista.
[26] _Registro oficial de la provincia de San Juan:_
«A consecuencia de la presente ley, el gobierno de la provincia ha
estipulado con S. E. el señor general don Juan Facundo Quiroga los
artículos siguientes, conforme a su nota de 13 de septiembre de 1833:
»1.º Que abonará al Excmo. Gobierno de Buenos Aires la cantidad que ha
invertido en dichas haciendas.
»2.º Que suplirá cinco mil pesos a la provincia sin pensión de rédito,
para la urgencia en que se halla de abonar la tropa que tiene en
campaña, dando tres mil pesos al contado, y el resto del producto del
ganado, a cuyo pago quedará afecto exclusivamente al ramo de
degolladuras.
»3.º Que se le ha de permitir abastecer por si solo, dando al pueblo a
cinco reales la arroba de carne, que hoy se halla a seis de mala
calidad, y a tres al Estado, sin aumentar el precio corriente de la
gordura.
»4.º Que se le ha de dar libre el ramo de degolladura desde el 18 del
presente hasta el 10 de enero inclusive, y pastos de cuenta del Estado
al precio de dos reales al mes por cabeza, que abonará desde 1.º de
octubre próximo.--San Juan, septiembre 13 de 1833.--Ruiz.--_Vicente
Atienzo._»
[27] El señor Alberdi me suministra este dato tomado en su viaje a
Italia.
[28] Puede verse esta cinta en la botonadura de los domésticos de la
Legación Argentina. El enviado y los _atachés_ han tenido pudor de
ostentar el retrato.--(_Nota de la edición de 1845._)
[29] Estos sacerdotes fueron el cura Villafañe, de la provincia de
Tucumán, de setenta y seis años de edad.
Dos curas Frías, perseguidos, de Santiago del Estero, establecidos en la
campaña de Tucumán, el uno de sesenta y cuatro años y el otro de sesenta
y seis.
El canónigo Cabrera, de la catedral de Córdoba, de sesenta años. Los
cuatro fueron conducidos a Buenos Aires y degollados en Santos Lugares,
previas las profanaciones referidas.
[30] Tengo estos hechos de don Domingo de Oro, quien estaba por entonces
al lado de López, y servía de padrino a Rosas, muy desvalido para con
aquél en aquellos momentos.
[31] El éxito final no ha justificado tan halagüeñas esperanzas; la
industria de la seda languidece hoy en Mendoza, y desaparecerá por falta
de fomento.--(_Nota de la edición de 1851._)
[32] Frase vulgar tomada del modo de lavar de la plebe golpeando la
ropa; quiere decir que todavía faltan muchas dificultades que vencer.
[33] Pueblos de abajo, Buenos Aires, etc., de arriba, Tucumán, etc.
[34] Estancieros del sur de Buenos Aires me han aseverado después que la
expedición aseguró la frontera, alejando a los bárbaros indómitos y
sometiendo muchas tribus, que han formado una barrera que pone a
cubierto las estancias de las incursiones de aquéllos, y que, a merced
de estas ventajas obtenidas, la población ha podido extenderse hacia el
Sur. La geografía hizo también importantes conquistas, descubriendo
territorios desconocidos hasta entonces y aclarando muchas dudas. El
general Pacheco hizo un reconocimiento del río Negro, donde Rosas se
hizo adjudicar la isla de Choelechoel, y la división de Mendoza
descubrió todo el curso del río Salado hasta su desagüe en la laguna de
Yauquenes. Pero un Gobierno inteligente habría asegurado de esta vez
para siempre las fronteras del sur de Buenos Aires. El Río Colorado,
navegable desde poco más abajo de Cobu-Sebu, cuarenta leguas distante de
Concepción, donde lo atravesó don Luis de la Cruz, ofrece en todo su
curso, desde la cordillera de los Andes hasta el Atlántico, una frontera
a poca costa impasable para los indios. Por lo que hace a la provincia
de Buenos Aires, un fuerte establecido en la Laguna del Monte en que
desagua el arroyo Guamini, sostenido por otro a las inmediaciones de la
laguna de las Salinas hacia el Sur, otro en la sierra de la Ventana
hasta apoyarse en el Fuerte Argentino, en Bahía Blanca, habrían
permitido la población del espacio de territorio inmenso que media entre
este último punto y el Fuerte de la Independencia en la sierra del
Tandil, límite de la población de Buenos Aires al Sur. Para completar
este sistema de ocupación, requeríase, además, establecer colonias
agrícolas en Bahía Blanca y en la embocadura del río Colorado, de manera
que sirviesen de mercado para la exportación de los productos de los
países circunvecinos; pues careciendo de puertos toda la costa
intermediaria hasta Buenos Aires, los productos de las estancias más
avanzadas al Sur se pierden, no pudiendo transportarse las lanas, sebos,
cueros, astas, etc., sin perder su valor en los fletes.
La navegación y población de Río Colorado adentro traería, a más de los
productos que pueden hacer nacer, la ventaja de desalojar a los salvajes
poco numerosos que quedarían cortados hacia el Norte, haciéndolos buscar
el territorio al sur del Colorado.
Lejos de haberse asegurado de una manera permanente las fronteras, los
bárbaros han invadido desde la época de la expedición al Sur, y
despoblado toda la campaña de Córdoba y de San Luis; la primera hasta
San José del Morro, que está en la misma latitud que la ciudad. Ambas
provincias viven desde entonces en continua alarma, con tropas
constantemente sobre las armas, lo que, con el sistema de depredación de
los gobernantes, hace una plaga más ruinosa que las incursiones de los
salvajes. La cría de ganado está casi extinguida, y los estancieros
apresuran su extinción para librarse al fin de las exacciones de los
gobernantes por un lado, y de las depredaciones de los indios por otro.
Por un sistema de política inexplicable, Rosas prohibe a los Gobiernos
de la frontera emprender expedición alguna contra los indios, dejando
que invadan periódicamente el país y asolen más de doscientas leguas de
frontera. Esto es lo que Rosas no hizo como debía hacerlo en la tan
decantada expedición al Sur, cuyos resultados fueron efímeros, dejando
subsistente el mal, que ha tomado después mayor agravación que
antes.--(_Nota de la edición de 1851._)
[35] En la causa criminal seguida contra los cómplices en la muerte de
Quiroga, el reo Cabanillas declaró en un momento de efusión, de
rodillas, en presencia del doctor Maza--degollado por los agentes de
Rosas--, que él no se había propuesto sino salvar a Quiroga; que el 24
de diciembre había escrito a un amigo de éste, un francés, que le
hiciese decir a Quiroga que no pasase por el monte de San Pedro, donde
él estaba aguardándole con veinticinco hombres para asesinarlo por orden
de su Gobierno; que Toribio Junco--un gaucho de quien Santos Pérez
decía: «Hay otro más valiente que yo: es Toribio Junco»--había dicho al
mismo Cabanillas que, observando cierto desorden en la conducta de
Santos Pérez, empezó a acecharlo, hasta que un día lo encontró
arrodillado en la capilla de la Virgen de Tulumba, con los ojos
arrasados de lágrimas; que preguntándole la causa de su quebranto, le
dijo: «Estoy pidiéndole a la Virgen me ilumine sobre si debo matar a
Quiroga, según me lo ordenan; pues me presentan este acto como convenido
entre los gobernadores López de Santa Fe, y Rosas, de Buenos Aires,
único medio de salvar la República.--(_Nota de la edición de 1851._)
[36] Tuve estos detalles del malogrado doctor Piñero, muerto en 1846 en
Chile, pariente del doctor Ortiz, compañero de viaje de Quiroga desde
Buenos Aires hasta Córdoba. Es triste necesidad, sin duda, no poder
citar sino los muertos, en apoyo de la verdad.--(_Nota de la edición de
1851._)
[37] _Histoire de Venise_; tomo II, lib. VII, pág. 84.
[38] _Chronique du moyen âge._
[39] _Histoire de París_; tomo III, pág. 176.
[40] Es decir, corrigió las pruebas de la edición de 1868; pues al hacer
esta reimpresión y comparar esa edición con la de 1845, no hemos
encontrado otra diferencia que la que resulta de la mejor corrección de
pruebas.--_El Editor_ de las OBRAS COMPLETAS.
[41] Ambos capítulos los reproducimos en esta edición, así como lo
fueron en la de París de 1874 y en la edición de las OBRAS COMPLETAS.
http://www.gutenberg.org/cache/epub/33267/pg33267.txt
Etiquetas
Aballay
(1)
Cabo Savino
(1)
Capitan Camacho
(1)
Cartilla del Campo 1867 - Chile
(1)
Charona
(1)
Chile
(3)
Comic
(1)
Comidas Típicas Criollas
(1)
Curiosidades
(2)
Eduardo Gutiérrez
(21)
El cacique paja brava
(1)
Fabián Leyes y El Huinca
(1)
Facundo
(23)
Facundo - Apendice
(3)
Facundo - Apendice - Primera Parte
(1)
Facundo - Apendice - Segunda Parte
(1)
Facundo - Indice
(1)
Facundo - Material Complementario
(2)
Facundo - Parte I
(4)
Facundo - Parte II
(9)
Facundo - Parte III
(2)
Facundo: Notas al pie de pagina
(1)
Fotos
(176)
Gauchito Gil
(2)
Gauchos
(19)
Glosario - Diccionario
(2)
Héctor Beas
(1)
Hilario Ascasubi
(2)
Huaso
(1)
Joaquín Murrieta - El Zorro
(1)
Jorge Luis Borges
(5)
José Hernández
(2)
Juan Moreira
(21)
Juegos
(1)
La Refalosa
(2)
Ley de vagos y mal entretenidos
(1)
Literatura Gauchesca
(2)
Los Inocentes
(1)
Los Tres Gauchos Orientales
(1)
Mapuche
(15)
María Remedios del Valle
(1)
Marica Rivero
(1)
Martin Fierro
(8)
Martin Fierro - Ingles
(2)
Martin Toro
(1)
Martina Chapanay
(1)
MF - Material Complementario
(19)
MF - Parte I
(13)
MF - Parte II
(33)
Notas
(35)
Noticia Preliminar
(1)
Pueblos originarios
(5)
Rio Grande do Sul
(4)
Rodolfo Arotxarena
(1)
Rodolfo Ramos
(5)
Sarmiento
(3)
Segundo Sombra
(1)
Vaquerias
(1)
Video
(40)
viernes, 20 de marzo de 2015
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario