Yo no sé qué tantos meses
esta vida me duró;
a veces nos obligó
la miseria a comer potro:
me había acompañao con otros
tan desgraciaos como yo.
Mas ¿para qué platicar
sobre esos males, canejo?
Nace el gaucho y se hace viejo
sin que mejore su suerte,
hasta que por áhi la muerte
sale a cobrarle el pellejo.
Pero como no hay desgracia
que no acabe alguna vez,
me aconteció que después
de sufrir tanto rigor
un amigo por favor
me compuso con el juez.
Le alvertiré que en mi pago
ya no va quedando un criollo:
se los ha tragao el hoyo
o juido o muerto en la guerra,
porque, amigo, en esta tierra
nunca se acaba el embrollo.
Colijo que jue para eso
que me llamó el juez un día
y me dijo que quería
hacerme a su lao venir,
pa que dentrase a servir
de soldao de polecía.
Y me largó una ploclama
tratándomé de valiente,
que yo era un hombre decente,
y que dende aquel momento
me nombraba de sargento
pa que mandara la gente.
Ansí estuve en la partida
pero ¡qué había de mandar!
Anoche al irlo a tomar
vide güena coyontura
y a mí no me gusta andar
con la lata a la cintura.
Ya conoce, pues, quién soy;
tenga confianza conmigo;
Cruz le dio mano de amigo
y no lo ha de abandonar.
Juntos podemos buscar
pa los dos un mesmo abrigo.
Andaremos de matreros
si es preciso pa salvar;
nunca nos ha de faltar
ni un güen pingo para juir,
ni un pajal ande dormir,
ni un matambre que ensartar.
Y cuando sin trapo alguno
nos haiga el tiempo dejao
yo le pediré emprestao
el cuero a cualquiera lobo
y hago un poncho, si lo sobo,
mejor que poncho engomao.
Para mi la cola es pecho
y el espinazo es cadera;
hago mi nido ande quiera
y de lo que encuentre como;
me echo tierra sobre el lomo
y me apeo en cualquier tranquera.
Y dejo rodar la bola
que algún día se ha'e parar;
tiene el gaucho que aguantar
hasta que lo trague el hoyo
o hasta que venga algún criollo
en esta tierra a mandar.
Lo miran al pobre gaucho
como carne de cogote:
lo tratan al estricote,
y si ansí las cosas andan
porque quieren los que mandan,
aguantemos los azotes.
¡Pucha, si usté los oyera
como yo en una ocasión
tuita la conversación
que con otro tuvo el juez!
Le asiguro que esa vez
se me achicó el corazón.
Hablaban de hacerse ricos
con campos en la frontera;
de sacarla más ajuera
donde había campos baldidos
y llevar de los partidos
gente que la defendiera.
Todo se güelven proyectos
de colonias y carriles
y tirar la plata a miles
en los gringos enganchaos,
mientras al pobre soldao
le pelan la chaucha, ¡ah viles!
Pero si siguen las cosas
como van hasta el presente
puede ser que redepente
veamos el campo disierto,
y blanquiando solamente
los güesos de los que han muerto.
Hace mucho que sufrimos
la suerte reculativa:
trabaja el gaucho y no arriba,
pues a lo mejor del caso
lo levantan de un sogaso
sin dejarle ni saliva.
De los males que sufrimos
hablan mucho los puebleros,
pero hacen como los teros
para esconder sus niditos:
en un lao pegan los gritos
y en otro tienen los güevos.
Y se hacen los que no aciertan
a dar con la coyontura;
mientras al gaucho lo apura
con rigor la autoridá
ellos a la enfermedá
le están errando la cura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario