sábado, 23 de octubre de 2010

La vuelta del Martín Fierro, Canto XXV

Después de muy pocos días,

tal vez por no dar espera

y que alguno no se fuera,

hicieron citar la gente

pa riunir un contingente

y mandar a la frontera.

 

Se puso arisco el gauchaje;

la gente está acobardada;

salió la partida armada

y trujo como perdices

unos cuantos infelices

que entraron en la voltiada.

 

 

Decía el ñato con soberbia:

"Esta es una gente indina;

"yo los rodié a la sordina,

"no pudieron escapar;

"y llevaba orden de arriar

"todito lo que camina."

 

Cuando vino el comendante

dijieron: "¡Dios nos asista!"

llegó y les clavó la vista,

yo estaba haciéndomé el sonzo,

le echó a cada uno un responso

y ya lo plantó en la lista.

 

"Cuadráte, le dijo a un negro,

te estás haciendo el chiquito

cuando sos el más maldito

que se encuentra en todo el pago;

un servicio es el que te hago

y por eso te remito."

 

A OTRO

 

"Vos no cuidás tu familia

ni le das los menesteres;

visitás otras mujeres

y es preciso, calabera,

que aprendás en la frontera

a cumplir con tus deberes."

 

A OTRO

 

"Vos también sos trabajoso;

cuando es preciso votar

hay que mandarte llamar

y siempre andás medio alzao,

sos un desubordinao

y yo te voy a filiar "

 

A OTRO

 

"¿Cuánto tiempo hace que vos

andas en este partido?

¿Cuántas veces has venido

a la citación del Juez?

No te he visto ni una vez,

has de ser algún perdido."

 

A OTRO

 

"Este es otro barullero

que pasa en la pulpería

predicando noche y día

y anarquizando a la gente;

irás en el contingente

por tamaña picardía."

 

 

A OTRO

 

"Dende la anterior remesa

vos andás medio perdido;

la autoridá no ha podido

jamás hacerte votar:

cuando te mandan llamar

te pasás a otro partido."

 

A OTRO

 

"Vos siempre andás de florcita,

no tenés renta ni oficio;

no has hecho ningún servicio,

no has votado ni una vez:

marchá... para que dejés

de andar haciendo perjuicio."

 

A OTRO

 

"Dame vos tu papeleta,

yo te la voy a tener;

ésta queda en mi poder,

después la recogerás,

y ansí si te resertás

todos te pueden prender."

 

A OTRO

 

"Vos, porque sos ecetuao

ya te querés sulevar;

no vinistes a votar

cuando hubieron eleciones:

no te valdrán eseciones,

yo te voy a enderezar."

 

Y a este por este motivo

y a otro por otra razón,

toditos, en conclusión,

sin que escapara ninguno,

fueron pasando uno a uno

a juntarse en un rincón.

 

 

Y allí las pobres hermanas,

las madres y las esposas

redamaban cariñosas

sus lágrimas, de dolor,

pero gemidos de amor

no remedian estas cosas.

 

Nada importa que una madre

se desespere o se queje;

que un hombre a su mujer deje

en el mayor desamparo;

hay que callarse, o es claro,

que lo quiebran por el eje.

 

 

Dentran después a empeñarse

con este o aquel vecino;

y como en el masculino

el que menos corre vuela,

deben andar con cautela

las pobres, me lo imagino.

 

Muchas al Juez acudieron,

por salvar de la jugada;

él les hizo una cuerpiada,

y por mostrar su inocencia,

les dijo: "Tengan pacencia

"pues yo no puedo hacer nada."

 

Ante aquella autoridá

permanecían suplicantes;

y después de hablar bastante,

"yo me lavo, dijo el Juez,

"como Pilatos, los pies:

"esto lo hace el Comendante."

 

De ver tanto desamparo

el corazón se partía;

había madre que salía

con dos, tres hijos o más.

por delante y por detrás,

y las maletas vacías.

 

¿Dónde irán, pensaba yo,

a perecer de miseria?

Las pobres si de esta feria

hablan mal, tienen razón;

pues hay bastante materia

para tan justa aflición.

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